Hoy ha pasado por mis manos el libro “Diccionario de comportamientos para la Gestión por Competencias”. En la portada, la autora indica: “Incluye 4.538 comportamientos para 160 competencias”.
¡4.538 comportamientos! ¿Qué se supone que hay que hacer con 4.538 comportamientos? ¿Gestionar a las personas? ¿Podéis imaginar a un manual de «cómo educar a sus hijos que describiera 4.538 comportamientos de niños»?
Decididamente, la cuantofrenia es una patología tanto más tóxica como enraizada en el hemisferio izquierdo de algunos utopistas que imaginan poder engastar los cien millardos de neuronas del cerebro humano en un tratado exhaustivo de la conducta humana.
Hay que modelizar, es decir simplificar, no complicar, porque nunca la variedad de un tratado de regulación de personas podrá ni siquiera aproximarse a la variedad del sistema humano que pretende regular. Hay que escribir tratados causales, no descriptivos de todas las consecuencias y sobre todo, en lugar de pretender centralizar el control como si el director de RR.HH. estuviera en la consola de mando de alguna nave espacial, descentralizar la regulación, formando y apoderando a los mandos intermedios y de proximidad. Sólo un ser humano puede igualar la variedad de otro ser humano.